Los roles de género obedecen a una construcción social que identificó la función del hombre como el responsable del sostenimiento del hogar, al paso que asignó a la mujer las tareas domésticas y de cuidado de los hijos. Y es, precisamente, en esta construcción en donde inicia la brecha de género, especialmente en países como Colombia, en los que un porcentaje importante de la población continúa favoreciendo las actitudes y comportamientos machistas.
Aunque son muchos los temas que pueden abordarse sobre las preocupaciones de la mujer en materia laboral, existen dos situaciones en las que, si bien se ha venido avanzando, subsisten barreras importantes: la dificultad para ingresar al mercado laboral y la discriminación salarial.
Las cifras del Dane publicadas en enero del 2022 indican que las mujeres desempleadas para el trimestre octubre-diciembre del 2021 correspondieron al 15,1 % de la población, mientras que los hombres desempleados ascendieron al 8,4 %, es decir, una brecha del 6,7 %. Así mismo, en el trimestre octubre-diciembre del 2020, estas tasas se ubicaron en el 18,7 % y el 10,2 %, respectivamente, lo que equivale a una brecha del 8,5 %[1].
En cuanto a cifras globales, la OIT señaló que, para marzo del 2018, el índice de participación de las mujeres en la población activa se aproximaba al 49 %, mientras la de los hombres al 75 %, presentándose una diferencia de casi 26 puntos porcentuales[2], cifras que evidentemente generan una preocupación respecto de la dificultad de acceso de las mujeres al empleo formal.
Un detonador importante de esta diferencia son los roles en función del género que, como se indicó, obstaculizan el acceso de la mujer a un trabajo remunerado, en parte por la creencia generalizada de que es la mujer quien se encarga del hogar y que, por tanto, le resulta más difícil conciliar su vida personal y laboral. Por ejemplo, en un estudio realizado en el año 2018 por distintas autoridades del país, se evidenció que la tasa de desempleo de las mujeres con hijos menores de 10 años se aumenta significativamente respecto de aquella que corresponde a hogares sin niños menores[3]. Así mismo, se ha encontrado que solo el 19 % de las mujeres en el mundo ocupan cargos de liderazgo en los principales mercados[4]. Ahora, la desigualdad no solo se manifiesta en la dificultad de la mujer para acceder al mercado laboral, sino que, una vez logra ingresar, se enfrenta a la posibilidad de ser discriminada en materia salarial en relación con sus pares hombres. Para el año 2019, en Colombia, la diferencia del ingreso promedio de los hombres y las mujeres era del 12,1 %, esto es, por cada 100 pesos que gana un hombre, una mujer gana 87,9 pesos[5].
Igualmente, según reportes de la ONU, las mujeres ganan 77 centavos, mientras los hombres un dólar, ante trabajos de igual valor, aumentándose esta brecha cuando las mujeres tienen hijos. Aunque se han expedido regulaciones como la contenida en la Ley 1496 del 2011, que busca garantizar la igualdad salarial entre hombres y mujeres, la realidad es que estos esfuerzos no han sido suficientes y la brecha continúa presentándose. Por tanto, en el Día Internacional de la Mujer, es imperioso recordar que las políticas públicas no solo deben incentivar la contratación, sino establecer mecanismos eficaces de control y sanción para quienes incurran en prácticas que favorezcan la discriminación de género.